Descripción
Dice Ana Garrido en su prólogo que “Germán Pinto es poeta de luz y de certezas, de sueños y oquedades. Heredero de la voz y de la sombra, se sabe fedatario, fiador último de una forma de mirar que no renuncia a la tradición, al hospedaje y la herencia de tantos poetas que nos han precedido y de los que se nutre para trascenderlos. Prueba de ello son las múltiples citas que jalonan el texto, que sitúan y encuadran cada emoción, cada poema. Su poesía es un ejercicio de salvación, una suerte de lucidez que le permite mostrarse sin pliegues, sin disfraces. Sus versos, plenos de esperanza, justifican el aire como si la palabra fuera el «todo» del deber humano, como si no quedasen rincones para el frío. La luz contraria no es un poemario unívoco que pueda leerse en una sola dirección, antes bien, heredero de una tradición cuasi mística, bebe de la otredad como espejismo, como realidad difusa e imperfecta; indaga en la quietud, en la conciencia, para hallar la razón última”.